jueves, 23 de septiembre de 2010

Corazón zaragocista

Esta noche he tenido una pesadilla.
Yo, no era yo, bueno sí, era yo , pero solo era mi corazón, un corazón asustado y solo que estaba delante de unas pantallas enormes de televisión, en esas pantallas estaban haciendo un partido de fútbol era el equipo de mi corazón, era mi equipo, el Real Zaragoza que con solo 4 jornadas ya me está haciendo sufrir, a mi y a mi corazón especialmente.
El partido estaba empatado a cero, acababa de empezar tan solo llevaban 5 minutos, pero eso no quiere decir que sea normal ir cero a cero, mirar sino el día del Málaga.
Poco a poco, yo, un corazón, empecé a calmarme, vi como mi equipo dominaba, aunque no ampliamente, pero dominaba el juego, atacaba con poca efectividad, pero atacaba, y defendía , eso de momento lo estaba haciendo bien.
Ahí estaba yo, un pobre corazón viendo que el tiempo pasaba y seguíamos a cero.
Bértolo remató de cabeza, un portero con nombre de ciudad aragonesa toca la pelota lo suficiente para que el balón llegue llorando al palo y vuelva de la misma manera hasta sus manos, algo me apretaba, me comprimía hasta dejarme sin latido para en ese mismo instante volverme a soltar, pasaban los minutos, y cada poco iban aumentando los latidos hasta que se pararon en seco en ese tiro de Tote, que con fortuna o acierto Leo Franco despeja con el pie, pasó el peligro, y poco después se llegó al descanso.
Yo seguía soñando, seguía viéndome como un simple corazón delante de la pantalla, apretado hasta no latir, o acelerado hasta juntar un latido con el siguiente.
En el sueño comenzó la segunda parte y volvimos a lo mismo, taquicardia , parada cardíaca, taquicardia , parada cardíaca, yo temía lo peor un gol "herculino" o el infarto, pero no llegaba ni lo uno ni lo otro.
El gol aragonés estuvo cerca , el palo lo volvió a impedir en un tiro de Jarosik, Leo Franco en dos ocasiones también desbarató el gol de los alicantinos.
Yo, mi corazón en sueños, subía y bajaba de revoluciones como una moto GP en Motorland, en el silencio de la casa se podía escuchar el latido, los latidos alborotados , cada vez más , esperando un desenlace. Este pudo producirse en el 90 pero Marco Pérez , no marcó por muy poco haciendo que los latidos volvieran a aumentar de rabia, desgana, de fustración, desesperación y todas las palabras que puedan representar lo que mi corazón sentía en esos momentos querían decir lo mismo, un sentimiento como si alguien o algo lo apretase, me apretase con fuerza hasta dejarme sin vida por unos segundos, para luego soltarme y dejarme ahí con mi pena.
Por suerte en ese mismo instante desperté, todo había sido una pesadilla, fui al ordenador, lo encendí y entonces me di cuenta, era real, estábamos los últimos, habíamos empatado a cero y eramos los farolillos rojos.
El desánimo de mi sueño me llegó al corazón, precisamente a ese corazón zaragocista que este año se lo tiene que comer todo él solo, sin poder compartir con nadie la fustración nada más que a través del ordenador.
A pesar de todo, mi corazón seguirá siendo zaragocista mientras resista, mientras me quede solo un hito de vida, seguirá bombeando sangre zaragocista , aunque ello le cueste más de un disgusto, más de un sinsabor, a pesar de que algunos se empeñen en oprimirlo hasta dejarlo sin aliento, volverá a latir por nuestro Real Zaragoza.
No seré zaragozano zaragocista el primero

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