lunes, 14 de enero de 2008

Ctrl+Alt+Supr






Hace unos años, antes del boom de las videoconsolas, cuando se utilizaba el PC para jugar además de para trabajar, se corría el riesgo de que, a la hora de salir de un juego, el ordenador se bloqueara. En esas ocasiones había que usar esa combinación de teclas para salir del juego. También se usaba para reiniciar el ordenador cuando era éste el que se quedaba colgado. Más tarde, la función de estas teclas evolucionó para mostrar un menú con diversas tareas, entre ellas la de reiniciar el equipo, y actualmente se usa para activar el Administrador de tareas, entre las cuales se encuentra de nuevo la de reiniciar el ordenador. Eso por no hablar de los equipos en los que se necesita dicha combinación para iniciar el sistema operativo. Es cierto que para reiniciar un ordenador siempre se puede acceder a la tecla Reset, pero da la sensación de que de este modo se estropea un poco el sistema operativo, por hacerlo desde el hardware y no desde el software, como ocurriría con las tres teclas arriba nombradas.

El reinicio del sistema se hace necesario cuando éste se ha vuelto lento, pesado, obsoleto, o falla más que una escopeta de feria. Ayer el Real Zaragoza, tras finalizar el partido frente al Mallorca, necesitaba que lo reiniciaran, que pulsaran Ctrl+Alt+Supr. Necesitaba aclarar las ideas, aparcar todo lo hecho hasta ahora, que ha llevado a una racha en liga de nueve partidos sin conocer la victoria, y reordenar todos los elementos necesarios para centrarse y luchar por los objetivos del equipo, antes de dejarse vencer por una peligrosa apatía fruto de la ausencia de resultados. La insistencia del entrenador en responsabilizar a la mala suerte y en defender la actitud de sus jugadores, sin embargo, no ha servido para paliar el mal sabor de boca de los partidos que lleva jugados el equipo esta temporada. Salvo momentos puntuales (veinte minutos aquí, treinta allá, quince en esa otra ocasión) el equipo no ha jugado con orden, con ideas ni con imaginación. Se apoyaban en el físico, y cuando éste fallaba o no era suficiente para contrarrestar el talento rival, el equipo se diluía y los resultados positivos se escapaban.

Ayer la directiva del club decidió reiniciar a lo bestia, rescindiendo el contrato del entrenador "de mutuo acuerdo", en palabras del presidente Eduardo Bandrés, y dejando muy claro que el equipo, ya sin paliativos, está inmerso en una profunda crisis, cuya salida se adivina lejana, y que el nuevo objetivo del equipo, casi exclusivamente el único, debe ser salvar esta temporada la categoría como sea. En esta puesta a cero y reseteo del sistema se deja atrás media Liga repleta de mediocres resultados (cinco victorias sobre diecinueve partidos disputados), una vergonzosa eliminación en Europa, y una Copa del Rey repleta de sinsabores, que el miércoles veremos si sigue siendo objetivo del club. Además se arrastran varias lesiones de mucha gravedad, y actos de indisciplina entre miembros de la plantilla lastran más si cabe la labor del equipo en esta primera mitad de temporada.

Es muy difícil hacer borrón y cuenta nueva a estas alturas, y tal vez la mejor opción hubiera sido continuar con Víctor Fernández en el banquillo. Pero digo tal vez porque es imposible saberlo, ya que es evidente que su capacidad de mando era cuestionada por la plantilla, y que no encontraba la clave para hacer llegar de nuevo las victorias al casillero de resultados. Me inclino a pensar que era la mejor opción por lo que nos dicta la experiencia: año de cambio de entrenador dentro de la temporada ha implicado siempre mucho sufrimiento, e incluso el descenso de categoría. ¿Qué debe hacer el nuevo técnico, tratar de implantar un nuevo sistema de juego, o empezar por cuadrar a los jugadores y meterles en cintura? Para lo primero se encontrará con que dependerá de las piezas con las que cuente. Es decir, difícilmente podrá hacer un equipo que juegue por bandas si no tiene extremos. En este equipo los que llegan con más asiduidad al área rival pegados a banda son los laterales, porque los interiores tienden mucho más a ir hacia el centro. Y para meter a la plantilla en cintura tal vez se pierda un tiempo precioso en la adaptación de la nueva situación, no se pueda hacer trabajo táctico y los resultados sean en principio todavía peores. Eso podría acabar de desmoronar la motivación de la plantilla, por lo que la labor del nuevo entrenador se centraría en motivar a una plantilla hundida.

Afortunadamente, el nuevo técnico no tendrá solo esas dos vías que he citado antes. Lo primero que ha de hacer es conocer las herramientas con las que cuenta, y después aplicar dichas herramientas al problema para obtener una solución. La plantilla de este equipo está capacitada para sacar esto adelante, aunque sea a base de tropezar con lo que han venido haciendo en los últimos dieciocho meses. Contamos con un buen portero, una delantera temible, y un par de buenos defensas capaces de formar una espina dorsal fiable. El centro del campo va a ser el mayor quebradero de cabeza, tal vez porque es donde más perdidos andan, y donde se basa el éxito del juego tanto defensivo como ofensivo. La contención atrás es tan importante como la contundencia arriba, y eso se logra desde la línea medular. A estas alturas y viendo el negro panorama que se avecina en el futuro, uno ya está hecho a la posibilidad de volver a jugar con un trivote, o de convertirse en un resultadista, como en la mejor época de Txetxu Rojo, al menos hasta que la permanencia esté matemáticamente asegurada y podamos soñar de nuevo con el jogo bonito de otras décadas. La cuestión es ¿sabrá este equipo ser resultadista, con la de victorias que se le han escapado en las últimas jornadas?

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