viernes, 11 de enero de 2008

La navaja de Occam






La navaja de Occam es un tipo de razonamiento basado en la idea de que, a igualdad de condiciones, la explicación más sencilla para un hecho sea probablemente la correcta. Esto significa que, a la hora de buscar respuestas, no hay que ser enrevesado o directamente conspiranoico, porque probablemente la solución a la duda que nos atenaza será de lo más simple. Postulado por el fraile franciscano inglés del siglo XIV Guillermo de Ockham (Wikipedia dixit), se considera la base del reduccionismo metodológico, esto es: no te compliques la vida, seguro que no es para tanto.

Ahora bien, no es algo que se pueda emplear a la ligera, al fin y al cabo no deja de ser una navaja y como tal cuenta con un filo muy cortante, con el que nos podemos pillar los dedos si, por ejemplo, nos preguntamos qué le ocurre al Real Zaragoza. ¿Cuáles son las causas de sus males? ¿Qué remedio se le puede poner al asunto? De partida entran en juego multitud de variables que hay que tener en cuenta antes de sopesar una posible respuesta a estas preguntas, y eso por no contar que cada uno tiene su propia opinión, y que, como es natural, no suele coincidir con la de su vecino. Algunas de esas variables son los medios de comunicación, la afición, las expectativas generadas, el entrenador, la plantilla, los fichajes, la directiva, el nuevo campo de fútbol... Así hasta el infinito, porque hay que analizar muchos de estos elementos para tratar de hallar una explicación a la situación actual del equipo, más cerca del descenso que de Europa, más cerca de la eliminación de la Copa del Rey que de su clasificación.

De entrada hay que contar con las expectativas de este equipo, generadas el año pasado con su clasificación para la UEFA, e inflamadas, hinchadas y reforzadas por la prensa y la afición, que no esperaba menos que clasificarse este año para la Champions, disputar la Liga hasta las jornadas finales, y ganar UEFA o Copa del Rey. Bueno, tal vez visto hoy resulta exagerado, pero los ánimos veraniegos no eran los mismos. Que si el accionista mayoritario habla de que le gustaría que el equipo ganase una Liga; que si el presidente no duda en repetir UEFA como objetivo y Champions como deseo; que si el entrenador tiene una confianza desbordante en el equipo y cree que el cielo es el límite...

Pero no se podía obviar cómo se logró esa clasificación, la imagen del equipo recordaba a la de esos ciclistas gregarios de los sprinters, que lanzan a sus compañeros en pos de la victoria de etapa, y se dejan llevar en los últimos metros de carrera, entrando pese a todo en los primeros lugares del pelotón. Sin embargo, la afición en general lo obvió, quedándose con la idea de que ni el Bayern de Munich le quitaría al equipo blanquillo el título europeo que se disputa esta primavera en Manchester. El Aris nos dio la primera bofetada cargada de realidad de la temporada, y en Liga se acabó acusando esta eliminación en demasía. El equipo, sin rumbo en la competición de la regularidad, acabó noqueado, y Víctor Fernández enseguida fue puesto en la picota por prensa y afición. El míster no arregló las cosas empeñándose en cosas extrañas, como volver a apostar por el rombo tras el fracaso del año pasado, volviendo a descolocar a futbolistas de sus posiciones naturales, o ninguneando a la cantera frente a jugadores de su estima. ¿Por qué Sergio Fernández puede cometer errores de bulto, de esos que cuestan goles, un partido sí y otro también, y no por ello deja de contar con él, y un canterano como Goni solo puede cometer un fallo antes de ser devuelto al filial con cajas destempladas?

Víctor apela mucho a la mala suerte para explicar los malos resultados de las últimas semanas, pero hay cierta desconcentración del centro del campo para atrás en las tareas defensivas, y del centro del campo para delante en las ofensivas. El penalti de Sergio en la Copa, por ejemplo, claro ejemplo de cómo un delantero le gana la espalda a un defensa que duda entre cubrir al rival o al balón, y aunque Óscar Serrano tiene enormes ganas de tirarse a la piscina, es innegable que Sergio le toca por detrás, aunque sea por accidente. Y que Serrano iba hacia la portería, no hacia fuera de ella, por lo que la tarjeta roja me temo que es inapelable. Una eliminatoria medio cómoda se acaba de poner muy cuesta arriba en pocos segundos. Pero eso ocurre porque arriba no hay pólvora: Milito envía un balón por encima del larguero que el año pasado hubiera sido gol seguro, Oliveira falla dos ocasiones clamorosas (vaya mano a mano le saca el meta del equipo cántabro), y al final, el uno por el otro, y la casa sin barrer.

Otro aspecto del partido de Copa mejorable está en la actitud del público, que aunque soberano, no por eso tiene razón o es justo. La bronca a D'Alessandro, principalmente motivada por las horas que periodistas y aficionados han dedicado para despellejarle en medios de prensa o foros públicos como la tertulia alrededor del café o internet, se encargó de acallarla el propio Andrés con un partido mayúsculo, para enmarcar. Lo malo es que si el domingo es titular no estará a la altura y volverá a dar motivos a la afición para pitarle. Pero es que nunca he compartido la idea de abroncar a un miembro de mi equipo. Es de mi equipo, van todos juntos en el mismo barco, si se quiere llegar a buen puerto se precisa la participación de todos, y la actitud hacia jugadores como Óscar o Aimar, a los que van a acabar matando las expectativas (como al equipo), me parece cuando menos reprobable. Al menos yo no la comparto.

Así pues, es evidente que no hay una sola explicación a los males que atraviesa un equipo que ha olvidado cómo defender colectivamente, o cómo atacar con la puntería de años pasados. Ockham pudo desarrollar un buen postulado, pero no conocía el fútbol moderno y nos quedamos sin poder aplicarlo para la primera de las dos preguntas que nos hacíamos al principio. Sin embargo sí sirve para la segunda: ¿cuál es la solución? Trabajo, trabajo y más trabajo. No hay más, pero no es sencillo, ya que todos los equipos la aplican. Pues a aplicarse tocan.

1 comentario:

  1. Excelente intervención Zico. Personalmente creo que es un cúmulo de problemas menores que todos unidos hacen que no veamos el mal o el problema.

    Realmente que tengamos jugadores lesionados es un factor importante pero no determinante, hace tres temporadas el F.C.Barcelona disputó medio campeonato con solo 17 jugadores de la primera plantilla y ganaron la liga.

    La mala suerte o falta de puntería lo sufren todos los delanteros de los clubes de todas las categorías. ¿Ya hemos olvidado la racha negativa que han tenido killers del área como Milosevic, Villa o Higuera?

    Yo abogaría por la desmembración de la situación actual por varias más simples, lesionados, puntería, vestuario y buscar en cada una la solución individual así llegaremos a la solución global.

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