lunes, 21 de enero de 2008

Detalles esperanzadores






Primer partido de Ander Garitano en Liga, y primera victoria. Como resumen sería suficiente, ya que habíamos llegado a un punto en el que lo único que importaba era el resultado, y frente al Murcia se lograron los tres puntos. Lástima del postrero gol de Iván Alonso, hubiera sido un alivio que de nuevo se hubiera podido mantener la portería a cero, además de haber logrado equilibrar la diferencia de goles, todavía en negativo por un solo gol. Pero no nos podemos quedar solo con eso, es obligado hacer un pequeño análisis en los inicios de esta nueva etapa en el banquillo zaragocista, y del trabajo de Garitano, que ha empezado a dar sus primeros frutos. Esperemos que no sea flor de primavera, y que los detalles que se apuntaron en el partido de ayer se conviertan en el camino a seguir a partir de ahora.

Para empezar el Real Zaragoza renunció a la identidad que Víctor Fernández intentó inculcar durante su año y medio como técnico, en la que lo más importante era el balón. En los últimos tiempos la búsqueda del balón había supuesto, gracias a un debilitado centro del campo, la pérdida de un juego de conjunto, con la consiguiente ruptura de líneas, sobre todo en la zona medular. La delantera vivía por su propia capacidad, el resto del equipo hacía lo que podía, naufragando el doble pivote. Con Ander Garitano lo más importante, al menos ayer, fue jugar con el rival. Juntando las líneas, echando un par de pasos atrás a los delanteros (quienes eran los primeros en presionar la salida del juego del Murcia), se logró que de nuevo el Real Zaragoza pareciera un equipo. Garitano, tal vez convencido de que va a tener que sacar esto adelante con lo que tiene, y de que no puede esperar que le fichen algo realmente necesario como un par de jugadores de banda, ideó una táctica ideal para los jugadores que tiene más en forma: los delanteros.

De este modo, el Real Zaragoza se puso a jugar al contragolpe... ¡en la Romareda! Un estilo de juego solo adoptado en tiempos pretéritos, con otros entrenadores, y solo fuera de casa o cuando en la Romareda había un marcador favorable en un par de goles. El centro del campo apoyó mucho más a la defensa y no fue tan decisivo a la hora de sacar el balón jugado para crear ocasiones de peligro. De hecho, los tres goles fueron resultado de sendos contragolpes, y solo uno de ellos, el segundo, vino precedido de un pase de uno de los pivotes, una excepcional asistencia de Alberto Zapater, quien intenta mejorar su línea de juego de esta temporada, algo apagada respecto a lo que ha ofrecido en años anteriores. Y le funcionó al equipo, ¡vaya si le funcionó! Tres zarpazos, uno de Oliveira y dos de Diego Milito (ya comparte el liderato del Pichichi con Luis Fabiano), y por fin un domingo tranquilo en la Romareda. Bueno, casi.

Más detalles: el juego a balón parado. En defensa sigue igual de atolondrado, de hecho así vino el postrero gol del Murcia, de corner. Pero en ataque se vuelve a avistar el tremendo potencial ofensivo que, sobre el papel, tiene este equipo a balón parado. Un balón rematado por Ayala en semifallo se estrelló en el larguero, y en otro corner Sergio Fernández estuvo a punto de marcar, siendo repelido el balón bajo palos por su ex-compañero Movilla. Es importante recuperar este potencial, porque puede ser origen de goles tanto como lo fueron antaño.

La alineación supuso un cambio sobre la apuesta copera del pasado miércoles. Carlos Diogo volvió a su lateral, y le dejó la parte ofensiva de la banda a Sergio García, que crece por momentos como futbolista pese a no marcar goles. Dio dos asistencias de gol, una a cada delantero, en especial destaca la primera, con tres jugadores pimentoneros pisándole los talones, y cruzando un balón para Oliveira que se le pasó a De Coz entre las piernas, en un fallo clamoroso, dejando al brasileño dispuesto para el primer gol. Juanfran volvió al lateral izquierdo, y Óscar jugó por delante suyo. Esta alineación trata de explotar las bandas todo lo que antes se tenían olvidadas, con jugadores que constantemente basculaban al centro del campo. Si ya vimos ayer a D'Alessandro en el banquillo de inicio, la pregunta es ¿qué pasará con Aimar cuando se recupere? ¿Tendrá sitio en este esquema? En el doble pivote Luccin y Zapater se repartieron la tarea de contención, entrando más tarde Celades en sustitución del francés. Jugando más pegados a la defensa se les vio menos incómodos que en otras ocasiones, pero esta táctica es muy arriesgada frente a equipos con mayor pegada que el murciano. También cabe la duda de qué pasará con Matuzalem cuando reciba el alta médica y se ponga a disposición de Garitano, aunque parece que, por lo que se vio en los pocos partidos que pudo jugar, defensivamente tiene bastante que aportar.

Los delanteros volvieron a estar a su nivel. Tiran del carro e impiden que esto se venga abajo con mayor fuerza que nadie. Sergio García, reconvertido en interior, demostró que sirve más de inicio que como revulsivo, da mucha salida al equipo, y éste lo agradece. Oliveira es un matador redomado, no se le puede dejar un centímetro porque la lía. Mucha gente lo tildará de individualista o chupón, pero se agradece un futbolista que termina las jugadas, y no uno de esos que tras hacer dos regates y tres recortes busca un pase en lugar de un disparo a puerta. Cuando le llega el balón casi seguro que ese balón no lo recuperará el rival y montará un contraataque, sobre todo si lo recibe cerca del área. Me parece un alivio un jugador así, y yo lo ficharía el año que viene contra viento y marea. Y qué decir de Diego Milito. Ha heredado de su hermano pequeño los galones del equipo y se ha convertido en su líder, y ha recuperado la capacidad goleadora del año pasado, ésa que le permitía hacer goles con la mínima cantidad de toques posibles. Dos en su primer gol (uno sutilísimo para regatear a Notario, vaya clase tiene el argentino) y tan solo uno en el segundo le bastaron para cerrar el partido y mandar al público a sus casas con una sonrisa de oreja a oreja. Lástima que no tuviera la ocasión de recibir la ovación de su público como la tuvieron Oliveira y Sergio García, pero no le hace falta.

Y el "casi" al que me he referido antes cuando he dicho que por fin ayer se vivió un domingo tranquilo en la Romareda se debe a Andrés D'Alessandro. Convertido por la afición (gracias a la inestimable ayuda de la prensa) en el chivo expiatorio por la marcha de Víctor, no solo recibió una sonorísima pitada cuando saltó al césped sustituyendo a Sergio García (menudo contraste con la ovación con la que se despidió al catalán), sino que cada toque suyo de balón hasta que acabó el partido se acompañaba por las protestas del respetable. Sus salidas de tono a lo largo del año, que acabaron en nada porque la directiva no quiso seguir las indicaciones del entrenador para sus sanciones, o el ver un partido desde el palco presidencial junto al principal accionista del club, en lugar de en la grada con el resto de no convocados, ha debido crear en la afición la idea de que el argentino fue parte en la cesión de Víctor Fernández. Garitano deberá trabajar para recuperar al argentino para el equipo, aunque tal vez no cuente con él, visto su rendimiento este año.

Por lo tanto, sin ser un gran partido, ni sin tener enfrente a un rival de mucha entidad (que atacó mucho en la primera parte merced al juego que desplegó el Real Zaragoza), al menos se vieron algunos detalles esperanzadores de cara a los futuros compromisos ligueros del equipo, que serán puestos a prueba el fin de semana que viene en Santander, frente a nuestro verdugo en Copa. Con toda una semana de trabajo ininterrumpida por delante, Garitano puede seguir con su trabajo, y nosotros podemos seguir alimentando las esperanzas de que todo no está tan negro como parecía. A dos puntos del séptimo puesto y siete de UEFA (marcada por el propio Rácing), el descenso se ve desde otro puntito más de distancia que la semana pasada, y la bocanada de aire va a suponer un auténtico espaldarazo para la confianza de la plantilla, que realmente lo necesita. Como todos nosotros.

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